Estirando los hilos de la memoria hemos realizado este mural situado en la Comunidad de pescadores del puerto de Catarroja.
Cuando el ayuntamiento me encomendó este encargo estuvimos de acuerdo en la importancia de reivindicar el valor histórico, cultural, ecológico e identitario del puerto y de sus acequias y marjales que mueren en la Albufera de València.
Con este objetivo diseñé un mural esquinero diferenciado en dos partes, los elementos que conforman la primera pintura del conjunto son:
En primer lugar, el puerto: El hecho de introducir una imagen del puerto antigua fue una propuesta del regidor de urbanismo, esta forma parte de una serie donde se retrata el puerto desde diferentes puntos de vista, concretamente pertenece al archivo de Fototipia Thomas que se destinó a principios del siglo XX a la reproducción de postales.
Ha sido el punto de partida de la composición, se trata de una imagen monocromática y de baja resolución, pero lejos de condicionar negativamente el conjunto, ha sido el pretexto para generar un paisaje neblinoso, con cierto efecto óptico que aporta un carácter ligeramente onírico al mural, sin entrar en conflicto con el propio paisaje del puerto.
Seguidamente, la vela latina: La apuesta por la preservación cultural la encontramos en esta parte, donde he elegido introducir algunas barcas de vela latina, siguiendo el ambiente estético que generaba la postal.
La vela latina se alza en una pértiga llamada antena y tiene forma triangular, este tipo de vela sirve para navegar contra el viento sin tener que usar remos, y se popularizó en el Mediterráneo, dado que, los cambios constantes de vientos hacían necesario acercarse a tierra con velocidad y recurrencia en los tiempos en que todavía no existían los barcos de motor.
Actualmente continúa siendo la modalidad persistente de vela a la Albufera como testigo de la historia.
Por último, los patos azulones: Los patos aportan movimiento a la composición y además operan igualmente como símbolo de identidad y de biodiversidad, se trata de una forma de hacer memoria del paraje del cual estamos hablando, que ha sido fuente de vida no solo para las vecinas de la albufera, sino para todos sus pobladores, entre los cuales encontramos un buen número de especies de aves acuáticas. Un ejemplo de convergencia entre la naturaleza y la civilización, y que en este caso es la marca de la casa.
En la segunda parte del conjunto mural encontramos una composición de las artes de pesca tradicionales que nos son más propias. Se trata de una representación de los diferentes aparatos que se usaban (algunos todavía se usan hoy en día) cada cual con sus particularidades en función de cual era la especie a capturar, de izquierda a derecha encontramos: El petardo, el mono, las saltaes, el mornell, la moneta, la fitora, el gamber, el tiro plà, la mornella y el esparavel. Todos ellos pintados a color y con una sombra proyectada que ayuda a generar la sensación de estar colgados al mismo muro.
Alejadas de la pesca intensiva, las artes de pesca tradicionales suponían una parte importante en una economía de autosuficiencia de un pueblo de pescadores y labradores, manteniendo el equilibrio con un medio agradecido y proveedor como es la Albufera. Son símbolos del saber tradicional y rural, y difícilmente las encontraréis catalogadas en algún lugar. Lo que son, como se hacen y para que sirven todavía es un conocimiento de transmisión oral, que en mi caso me llegó de la mano de Miguel Raga «el morrut» y su hijo.
Como indígena catarrogina y albuferenca no puedo estar más contenta de la realización de este proyecto, con el cual he revivido los vínculos con la vela latina que me transmitió mi padre, que, como buen catarrogí y albuferenc, cuando era pequeña me sacaba a pasear con su barquilla y me explicaba los valores de la conquista valenciana de la tierra, una conquista hacía adentro, con una épica naturalista como la de Cañas y barro.
Este mural forma parte de la ruta de murales del municipio que podéis encontrar en el CaminArt.